Es cruel hacerme desandar los caminos
que enredados en mi corazón
se guardaban como olvido,
pero el humo que aura fumo
baila la música del viento
al compás deste momento
y yo recuerdo.

Una vez yo amé a una piba de ojos de portal
sonrisa de mediatarde,
en sus piernas quise escapar,
pero un gil al final fui
porque la abandoné
sin saber por qué
y deso me arrepiento.

Y no lo digo por cartel
¿o vos te pensás
que me gusta malflashar?
Es que no tengo glorias
ni muchas penas pa' contar;
sólo unos labios de mujer
clavaos en la memoria
y el beso deste fasito
pa' recordar.
Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí,
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir,
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: “Qué frío hay… Jesús!”.
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

César Vallejo.
No hay nadie en la calle
y me digo que quisiera
transitar de vuelta
las veredas de la adolescencia,
ver si me han quedado migajas
sin levantar,
si he pasado por alto
alguna moneda abandonada,
algún linyera tirado en un umbral
con la boca llena de vino
y de historias antiguas de la guerra.

Pero se me hace imposible, Beatriz,
me faltan fuerzas
para volver sobre mis pasos,
y encima las nubes esconden el lucero
que podría guiarme
como tu cariño
nesta noche de humedad.

Sólo me resta
confiar en que me alcancen los cigarros
hasta el próximo quiosco
-que quién sabe dónde ha de estar-
y que los recuerdos
-desos que no apestan a nostalgia-
me abriguen lo suficiente
sin ahogarme
la vista de lo questá por venir.

Persuadido ya
de que sólo se puede ir hacia un lugar a la vez,
rezo para no quedar de cara
cuando golpee tu puerta de nuevo
y aprehenda por fin
que en lo fugaz está lo permanente
en el aire un sonido que vibra:
gozo, luz, dolor y gloria.

De cosas así está hecha la libertad.
SONETO PARA UNA PAREJITA DE WACHINES.

Le dio amor como dandole un facazo,
fue un Romeo que le erró a la ventana,
era cantao que los dos no tenían mañana
y que ella lloraría en otros brazos.

No era malo pero estaba desorientao
se ve que se mandó un par de macanas,
vendiendo una merca toda cortada
se guardó un vuelto y se lo cobraron.

Terminó baleado en una plaza,
y ella quedó cuidando en su panza
al hijo que él nunca vería.

La piba se juntó con otro chabón
que aunque la quiere no le quita el dolor
de la ausencia, esa cuchilla fría.

EL CAMALEÓN.

Tanta es su soledad que el olvido se toca.”
Raúl González Tuñón.

-No sabés lo que me pasó.- me dijo Fede, cambiando de tema.
Y apurando el vaso, comenzó su relato.
-Mi tío es un personajón. Viajó por varios lados y siempre se va haciendo amigos de la gente con la que comparte hostel. Resulta que en Ecuador se hizo amigo de un alemán, típico rasta rubio, que cada tanto viene a Argentina. Yo lo conocí una vez en un asado en lo de mi tío. Era un boludo bárbaro el alemán, todo el día enchufadito al celular, escribiendo en un blog de viajes, pero también pobre, era buena onda, tocaba percusiones, qué sé yo... Se ve que el loco, el alemán este, la última vez que estuvo acá escuchó una banda de cumbia que lo flasheó, y no sé cómo pegó el contacto con los tipos y les mandó un mail para comprarle unos discos de la banda, para regalar o algo así. Bueno, resulta que también me mandó un mail a mí, pidiéndome si le podía hacer la segunda, de buscar los discos y mandárselos por correo. Me pasó el teléfono del cantante, hablé y quedé en encontrarme en San Martín y Gaboto, que me quedaba al toque de mi casa.
Así que estaba en la esquina, paradito como un boludo mirando a la gente, porque lo único que sabía del tipo este de la banda de cumbia era que se llamaba Luis. Había un par de personas paradas también en la esquina, pero no sabía cuál podía ser... En eso veo que un tipo me mira así de costado, y me acerco y le pregunto: “¿Vos sos Luis?”
Era un tipo de ponele cuarenta años, de chombita, medio canoso. Me miró como diciendo “¿Qué carajo decís?”... Yo no tenía ni idea si era, me parecía que no tenía pinta de cumbiero, pero qué se yo, podía serlo. Como el tipo se quedó callado, decidí que no era, entonces le digo “Nada, no importa”... Me doy media vuelta y me dice: “No, esperá, soy Luis”, y veo que se me queda mirando raro.
¿Tenés los discos?”, le pregunto.
Claro que los tengo. Ahora te los doy. Vamos a tomar un café y hablamos un rato”.
Yo me quería ir a la mierda, tenía que entregar un laburo esa tarde, así que le dije que no, que me tenía que ir y el loco: “Dale, vamos a tomar un café. O te invito a comer, vení” y encara para la Lido que está ahí a media cuadra.
Lo sigo con cara de culo, trato de insistir de que no, de que me dé los discos así me puedo ir, pero el tipo ni bola: se sienta en una mesa y pide dos cafés.
Dale, sentate”, me insiste, porque yo me había quedado parado al lado de la mesa. “¿Querés comer algo?” me pregunta, y no le alcanzo a contestar porque de un bolso saca un libro de no sé dónde, y empieza a pasar las páginas así bien rápido: “Este libro es lo mejor que te puede pasar. Es increíble”
No sabés cómo se puso, le brillaban los ojos y me decía que el libro le había cambiado la vida y que tenía que leerlo. Yo lo miraba, y no sabía bien qué le pasaba, ni me acuerdo de qué carajo era el libro. Me acuerdo que pensaba que el tipo parecía normal, tenía el estuche del celular agarrado del cinto, jean arregladito. Una alianza de casado, me acuerdo que le vi puesta, y unos anillos más.
Ya me la estaba quemando, así que le digo “Me tengo que ir, ¿me das los discos?”, y como que primero no entiende. Se lo repito y ahí dice “Ah, sí sí, los discos.” Saca una carpeta de esas de folio que tenía discos adentro.
Los saca de los folios y los pone en la mesa, diciendo: “Tenés estos”. Señala ¡y eran discos truchos de porno! Con fotos mal fotocopiadas de minas en bolas. “Y si no estos otro” y señala otros con tipos musculosos también en bolas.
Yo no entendía nada. Me reí un poco.
¿Quién sos, flaco? Vos no sos Luis.”
Sí que soy Luis. Acá tengo los discos, mirá”, y los volvía a señalar.
Estás re loco”, le digo y me alejo.
Él se para y me agarra del brazo.
No, pará. No te vayas. Soy Luis...” puso cara de triste, así haciendo pucherito “Vení que te invito a comer.”
Me suelto y empiezo a caminar para el lado de Gaboto, y ahí veo un tipo grandote, con campera de Central y los pelos largos, que tenía varios discos en la mano.
¿Vos sos Luis?”, le pregunto un poco asustado.
Sí. ¿Federico?”
¡Era este! No le dije nada del otro tipo. Le pido los discos, me los da, le pago, y le estoy diciendo chau cuando veo venir al loco, que no era Luis, lo veo venir corriendo para donde estábamos. “Yo puedo ser Luis... Vení, dale, que te invito a comer.” me dice cuando llega al lado mío. El verdadero Luis andá a saber lo que pensó, porque lo mira y me mira, con cara rara.
Yo soy Luis”
No, yo soy Luis”
¿Qué decís? Yo soy Luis”.
Bueno, entonces vamos a comer los tres”
Yo no dije nada. ¿Qué iba a decir? Era cualquier cosa la situación.
Yo soy el que ustedes quieran”, seguía el loquito. “Dale, les compro lo que quieran, una pizza, unas pastas”, y nos agarró de un brazo a cada uno.
¿Qué hacés?”, le gritó Luis, el verdadero. “Chau”, me dice a mí, y se fue rápido sin mirar para atrás.
Yo también me solté y el tipo me miró ya quebrado. “Yo soy el que vos quieras”, lloraba el tipo “Soy el que quieras, pero vení a charlar conmigo”.
Me fui, me dio una cosa tremenda, como lástima ¿pero qué podía hacer? El tipo estaba completamente limado. Fue todo rarísimo.-
Fede terminó su historia sacudiendo la cabeza.
-Me estoy meando.- dijo y entró al baño del bar.
Mientras lo esperaba fumando un cigarro, vi que su bolso estaba abierto. Por curiosidad lo levanté del piso, y dentro encontré un libro muy extraño, y una carpeta llena de discos truchos de pornografía.
Llamé al mozo, le pagué y me fui, con un poco de miedo.
CONTRA LAS CUERDAS.

Está ronco el pájaro
que habita
en el útero de mi guitarra.

Hace semanas
que escucho su murmullo
de agua hirviendo,
incapaz del más mínimo canto.
Ni siquiera puede imitar,
como la calandria,
el eco de otras voces
más bienaventuradas;
ni siquiera puede desplegar,
como la tormenta,
sus alas sobre la tierra
que trema fatal.

No, el pájaro
que habita en el útero de mi guitarra
está afónico
sin remedio,
incapaz de nacer o de morir,
limitándose sólo a picotear,
los parásitos de sus plumas,
limitándose a entrever al mundo de cayetano,
bien calladito tras su jaula de cuerdas oxidadas.

La verdad es que yo no tengo tiempo
para cuidarlo como es debido:
otras urgencias bizantinas
-el trabajo, las relaciones, la guerrame
tienen atado
de pies y manos
y se me hace imposible
asistirlo, sanarlo, escucharlo
como es debido.

Y sin embargo él sí tiene tiempo;
tiene mucho tiempo
para renegar un poco de ese mundo,
para amar bastante a esta tierra,
para añorar algo de ese eco,
para inflar el buche con las tristezas del blus
que toco para lamentar
que el pájaro que habita en el útero de mi guitarra
no puede nacer, ni morir, ni cantar.
ESPERANDO LA PARUSÍA.

Ya van a ver cuando cambie el cambio
y el globo del mundo estalle
frente a nuestras narices.

Ustedes sigan cuidando la billetera,
comprando ropa nueva,
robandomé todo lo que puedan;
ya ni me importa,
con veinticuatro años yo ya no atesoro
más que algunos recuerdos:
un nuevo amanecer en Tihuanaco,
la Rosa a mediodía en Ibarlucea,
el brillo de las pupilas de una piba
en la rambla de Montevideo
justo antes del crepúsculo,
y también la noche,
eterna madama
desta mi ciudad maldita.

Sigan, sigan
con el teléfono,
con las escapadas a otras costas,
con sus reuniones,
con sus fiestas,
sigan pero ¡cuidado!
con los wachitos y con Mamá Tierra no,
con los únicos que pueden salvarnos
de nosotros mismos, no.

Robenmé todo,
los goles,
la carne,
los sueños,
¡pero con los wachitos no!
¡con la Mamá Tierra no!

De onda,
rescatensé,
y no es amenaza;
total lo único libre es la libertad,
sigan si quieren
hasta que la pelota se manche,
hasta que la burbuja se pinche
hasta que el globo estalle.

Pero ya van a ver, cuando vuelva el Cristo
y arranque a los latigazos
antes de empezar Su Reino,
¿ande se van a meter?
CUESTIÓN DE GENERO.

Cara.

Cada vez menos albañiles practican el exquisito arte del piropo. Es un hecho. Ahora apenas si alguno que otro le grita guasadas sin sentido a pibitas de 15 años.
Trato de explicarle el alcance de esta tragedia a la Feminisman: es al pedo. Ella no entiende que estamos ante la muerte de una forma refinada de creatividad popular, no quiere comprender que el tipo que le grita a esa piba está construyendo una gran poronga de cemento que le será ajena, y que por eso ha de mostrar su hombría mediante el recurso de la sátira. “No importa”, me dice la Feminisman, “ellos me deben respeto”, dice sobrando (¿porongueando?) desde su cátedra ubicada en un sexto piso.
Causalmente, ese edificio donde la Feminisman languidece tiene forma de pija parada, y fue erecto por albañiles que habitan ranchos precarios de chapas y maderas, hogares matriarcales donde en la mayoría de los casos la mujer es dueña y señora de las decisiones importantes, hogares donde todos duermen en la misma pieza, calentita como un útero.

Seca.

Harto de tantos argumentos que dan vueltas y no van a ninguna parte, sigo el ejemplo del Negro Olmedo y de Riky Espinoza, y me tiro desde el balcón de la Feminisman. El vértigo que se siente al caer desde semejante recinto de soberbia es indescriptible.
Llego al suelo, aliviado, y mirá vos a quién me vengo a encontrar. Justo pasa uno de los Abogados del Diablo, los clásicos sofistas que se trucharon el título de la universidad de la calle.
¿Y qué me dice el boga este? Me dice que la Feminisman lo tiene cansado (coincido), que las mujeres tienen que dejarse de romper los huevos (en parte le doy la razón), que hay que condenar igualmente todo tipo de acto violento (mmmmm), que todo el planteo en sí es una estupidez (me empiezo a alejar lentamente), y que lo que pasa es que a las minas estas les falta una buena cogida porque con un buen polvo las minas se aguantan cualquier cosa (le grito que es un imbécil, y me voy al bar).

No pude ver el sol
y sin embargo vi
el vuelo de los flamencos
sobre los techos
en la aurora,
la ciénaga hervir
ante’l nacimiento de los planetas.

Entre esas mesmas luces
también te vi
cuando un álamo te bautizaba con sus hojas
y desde entonces
que no recuerdo mi antiguo nombre,
ni puedo encontrar reflejos
en los charcos del cordón.

Desde entonces que quisiera morir
con un rayo brotando dentre tus pechos,
o bajo la lluvia
-oh, Verónica-
limpiándome el rostro
al doblar la esquina.
Vení, che musa,
a alumbrarme con tu canto
que tengo el alma destrozada
y espero juntar los pedacitos,
chamuyando.

Se me hace que celebrar
se parece al olvidar,
tienen la mesma cuna,
la mesma intensidá,
nacen del dolor
y se quieren escapar
y se pierden en la bruma
del trago y del cantar.

Vení, denserio, musa,
a acariciarme en los labios
que me duele el mundo
si no estás acá cerquita
pa’ aclararlo.
fragmento de una entrevista a Emilio Tejeira, publicada en revista Las Hespérides, junio 1968.

-¿Por qué se piensa que digo que las imágenes van a ser en el futuro lo más importante? Porque forman el mundo que se ve.
 -¿Eso es Platón?
-No, chamigo, es un mate (y lo pasa) ¿No conoce el mate? 
-Sí. -Bueno, convengamos que esto (señala el mate) no me parece raro porque ya lo conozco. Ya sé qué es, cómo es. Ahora, imaginesé, o trate de recordar, la primera vez que vio un mate. De gurí, seguramente. ¿Se acuerda? ¡Qué se va a acordar! Pero trate.
 -No me acuerdo. Pero supongo que me llamaba la atención.
-¡Ahí tiene! ¿Cómo no le va a llamar la atención si es algo que nunca vio, que no sabe por qué es como es, ni mucho menos qué es... Incluso, le digo más, no podemos saber si usted ve como yo veo. Porque las imágenes son reflejo de la realidad, pero también configuran la realidad. Imaginesé un paisano que nunca vio cine. Y un buen día lo llevan a una continuada y le muestran una de vaqueros. ¿Realmente piensa que va a ser el mismo? Y no digo por la historia, porque ahora él se va a pensar un vaquero del oeste, no, no. Eso es aparte. Dije de vaqueros pero puede ser cualquiera. Lo digo porque el paisano, después de ver la película por primera vez, va a empezar a ver como se ve en esas películas. Poco a poco, va a ver esas formas, esos colores. Los va a conocer y entonces los va a poder reconocer en el mundo. Y cuantas más vea, peor. Antes de eso, no veía así. Vaya a saber uno cómo veía. Como se ve en las fotos, o como en los dibujos, o vaya a saber... No sé si se entiende...
-Es interesante lo que plantea.
-Sí, incluso, para ir todavía más adentro de la cuestión, imaginesé que ese paisano nunca vio una imagen. Jamás. Es un indio, pongalé. Un indio que nunca vio una imagen...
-Pero es parte de la naturaleza humana representar en imágenes. Hasta los pueblos más primitivos pintaban en cavernas, hacían esculturas...
-No sé si eran tan primitivos. No sé. A lo mejor conocían de esto que le estoy hablando y elegían hacerlo así, simple. Cuanto más se elabora una imagen, más engaña, porque deja de ser imagen y pasa a ser. A existir realmente... Le decía, hay un indio, que nunca vio una imagen, salvo una madera tallada de algún dios. ¿Cómo ve ese indio? ¿Cómo percibe el mundo? Le voy a decir cómo lo ve. Lo ve en libertad. Porque lo único parecido a la Realidad que vio, es la Realidad misma. Ve la Realidad, con mayúsculas, y entonces puede estar más cerca de Dios... Quién le dice, a lo mejor ellos sabían esto. A lo mejor adoraban estatuas del dios de la lluvia porque necesitaban representar lo que les faltaba: si no llovía estaban fritos, se perdía la cosecha, un lío. En cambio, fijesé, nosotros miramos películas de Carlitos Chaplín porque nos falta risa. ¿Usted se piensa que los indios necesitaban una imagen para poder reir?... Por lo tanto, yo no sé quién es más primitivo.
Sincronía n°1932: Charly y Diego, pilares de la argentinidad durante los 90, se tiñieron de rubio casi al mismo tiempo.
Tenía ¡tan sólo! quince años
la piba aquella del rancho de latón,
se creía curtida en desengaños
hasta que uno le juro eterno amor.
Fue un lindo flasheo de verano,
fundidos en uno solo los dos,
hoy el chanta se ha borrado
y ella mezcla llanto con alcohol.

¡Tetrabrik, sepulcro del dolor!
Ella encuentra al besarte
el insólito consuelo de una madre.
¡Tetrabrik, vampiro bermellón!
Ella bebe de tu sangre,
garganta que le arde.
y vos vaciás su corazón.

Cuando vino el final, la despedida,
y quedó en compañía de su soledad,
el ruido de los autos en la avenida,
susurro parecido al del mar,
le ayuda a abrir la herida,
en las penumbras d'un umbral
manchada de luces está la piba
que llora y no para de escabiar.

BELARTE (O READAPTANDO A MACEDONIO)

-El arte es siempre creación entre todos los que participan. El “artista” como catalizador, más que impusor o creador del hecho artístico; el “público” como Ser que le da entidad al hecho (por eso Perón plantea lo que plantea: conductor = pueblo)

 -Contra el arte como arte (existencialismo, romanticismo, modernismo, happenings) y el arte como ciencia (Gestalt, surrealismo, cubismo, esas cosas de robotica), plantear el arte como manifestación del Espíritu (“espíritu” que es “la humanidad”, “la Naturaleza”, la “Gracia de Dios”, no importa, ahora, esa etiqueta).

 -El arte SIEMPRE es materialización de lo inmaterial sagrado, el Belarte sólo es esa acción hecha consciententemente.
de la sección "lectores" de una revista jamás publicada:

Sr Director:
Me dirijo a vuestra persona para referirme a un cáncer que tiene la modernidad rosarina del siglo XXI, y que no es ni la falta de perspectivas de vida digna en los barrios, ni tampoco la terrible carencia de partidos de fútbol profesional que superen las expectativas de una lagartija.
Este cáncer al que me refiero, mal llamado arte, es lo que comunmente se llama “trovismo rosarino”. Nótese aquí que el ismo del final no es accidental: no quisiera que se confunda a las figuras del melancólico Fandermole, del simpático Lalo, el meloso Goldín o el pícaro Abonizio, con esta enfermedad cultural concebida en los perversos laboratorios estatales. En realidad, los agronarcoempresarios, que son la verdadera conducción política que se esconde detrás de un puñado (por cierto cada vez más grande) de ñoquis socialistas mal llamados gobernantes, son los que han encargado a estos burócratas la creación de un plan de destrucción sistemática de la identidad rosarigasina, plan dentro del cual “el trovismo rosarino” es sólo una de tantas metástasis. Y no exagero cuando digo que se trata de un cáncer, porque persigue un sólo objetivo: la muerte.
Es que esta destrucción de lo rosarigasino supo en su momento ser necesaria para imponer la imagen de la Rosario-Barcelona (con todo lo que conlleva), y hoy sirve para mantener esa ficción que oprime al pueblo y, si no arruina, al menos trunca la posibilidad de restaurar una identidad ciudadana consecuente con nuestra historia y nuestro destino histórico.
Se dice que Rosario rebalsa de cultura, y los canales oficiales de información así lo corroboran, pero cantidad no es calidad, y si no que lo diga un adolescente drogadicto de los que abundan en nuestras calles. A mi entender esa “cultura” es sólo podredumbre, consecuencia de un medio pelo que no se decide a ser lo que es, pero tampoco se la juega a dejar de serlo.
El “trovismo rosarino”, consecuente con la política de la cúpula burocrática, es el sectarismo aplicado a la esfera cultural: sólo un grupo de selectos (e inofensivos) artistas puede vivir de lo que produce. El resto se ve obligado a vivir de otros empleos varios (como ser obreros de la construcción o empleados de comercios) y desarrollar su arte como pasatiempo. Y debería remarcarse esto de “obrero de la construcción” y “empleado de comercio”, porque aunque como trabajos son dignos, son también indicios de lo que la Rosario-Barcelona significa: especulación inmobiliaria y consumo frenético, respectivamente.
Se da así en la cultura una situación similar a la de la Polis griega o del Renacimiento europeo, sólo que al menos los oligarcas atenienses y los Médicis tenían sentido de la estética, y nunca hubiesen encargado a sus artistas rentados pintar de todos los colores a un antiguo almacén de granos, por dar un ejemplo.
Y por sobre todo, en esa época no iban con mentiras: el artista admitía que se le había pagado para mostrar el Nacimiento en Belén con el rostro de su patrón. Hoy se hacen los tontos: la clase gobernante aduce financiar las obras por mero filantropismo, y los artistas “trovistas” dicen (y realmente lo creen) que ellos no están casados con nadie, que sólo quieren hacer arte, y se encogen de hombros, como diciendo “y qué querés qué haga yo” cuando a cualquier persona pata al suelo se le ocurre preguntar por qué es que algunos sí y todos no. Así se da esta situación, señor director, el cáncer que he denominado “trovismo rosarino”: mientras los CieloRazzo, los Beatriz Vignoli, Cristian Marchesi son invitados a festivales, concursos, ciclos, conferencias, que le garantizan el sustento para poder dedicarse de lleno a su obra (no importa que esta sea buena, mediocre o pésima) bajo el auspicio de la burocracia estatal y el aplauso de los medios y círculos especializados, el resto de los artistas debe ahorrar meses para poder tocar en un bar, o publicar un libro, siempre en el más terrible de los silencios.
Es que en la Rosario-Barcelona, la cultura o es una estafa o es un pasatiempo.
Sinceramente,                                                                
                      Edmundo de La Sexta.

nos tocó vivir en un pueblito más,
alejado y con vista a la nada.
aquí donde les cuento nunca hubo rocanrol
y están los pibes viajando al cielo:
algunos se conforman tomando en el bar
otros matan o son rutinarios,
nadie te protege ni nadie te da más
tan dificil es salir de aquí.

ciudad paranoia donde los tigres no huelen a tigres donde la gente anda en caballos blancos
sin galopar.



Mortadela Rancia.